Monday, April 19, 2010

Presentación del libro "Horizontes de fantasía"‏


La revista Agonautas los invita a la presentación del libro de cuentos: "Horizontes de fantasía" de Carlos Enrique Saldivar a realizarse el jueves 22 de abril a las 4 p.m. (en punto) en el auditorio principal de la feria nacional de libro Lima Norte ubicada en el frontis del centro comercial Mega Plaza (Norte), Independencia. Presentan: Daniel Salvo y Jorge Luis Obando. Modera: Luis Torres.
Precio especial por presentación.
Carlos Enrique Saldivar (1982), es director de la revista Argonautas de fantasía, misterio y ciencia ficción. Ha publicado el libro: "Historias de ciencia ficción" (2008).Consultas:

Saludos. Atte. Revista Argonautas.

Labels:

Friday, October 13, 2006

¿Quién es "S"?

(Poema)
por Leonardo Gabriel


“Sobre el camino pedregoso de una noche taciturna se ha escrito un poema que a la noche fiel alumbra... Para ello me desbordo tan inútil como miel en un desierto, como un cielo mal abierto... y es aquí donde empiezo...”

...No era más que un mirlo que golpeteaba en la noche, que atribuía sus sentimientos a una flor desencantada... Su nombre era “S”. Amaba su mirada mucho más de lo que amaba el atardecer de aquella noche blanca cuando renací en la playa, la noche anterior se había secado la mar total y lloré, lloré desconsoladamente, era un niño huérfano en las tibias arenas del desierto donde cada grano me llamaba diciéndome “ven”, de cara hacia la duna, pero no quería ir, mi pequeñez me impedía darme cuenta de la tristeza consciente, del alma magullada y en el desierto para colmar llovieron tormentas de arena que me derrotaron...

¡Sí! Yo la amé, la amé más que cada litro del agua del mar, más que las coquetas peñas de las penínsulas, más que las adorables brisas o las ondulantes olas... (...)

Mis caminos pasajeros pretendían encontrar el rumbo de una Diosa a la que tanto amé, la amé más que al atardecer cuando nací de nuevo... (...)

“S” apareció, con el mar que ella hizo renacer, una Diosa entre sirenas, hasta mi esencia llegó y la vi, no tenía cuerpo pero la vi, yo era un fragmento de universo pero aún así la vi y con su amor volví a la vida, ya como adulto, como un poema desgarrador, como una llamarada nocturna, salpicado de emoción y de penumbra...

¡Sí! La amé, amaba su mirada mucho más de lo que amé las flores de todos los jardines del mundo, el aroma del placer erótico o la sensualidad del arte en mis venas, la amé más que mi anarquía vigorosa, que mis doce talentos, la amé más que a mis ojos, que mi gusto, que mi olfato, mucho más que mis oídos, que mi mente, que mi tacto... y que mis sueños... (...)

Amaba su mirada porque en su mirada ella tenía el poder para salvar al mundo, apara colmarlo de locura, de desilusión un poder entonces tan intenso y que ahora siento tan lejano y que se pierde en mil caminos que no recorro porque si lo hago me perdería yo también... perdóname entonces... (...)

“S” si que te amé, te amé a la distancia con una risa insobornable, con un llanto inagotable que me dio agua para beber, energía para vivir, fuerzas para suplicar, alegría para sonreír...

“S” dime quien eres que no lo sé y quisiera saberlo porque te amé y no pude amar algo que no conocí, por eso desearía saber de ti, pero ya es tarde, ¿no es verdad? Ya te has ido para nunca más regresar... (...)

“S” yo te amé pero ya no te amo más, perdona lo que fue por favor, sólo quisiera saber que fuiste o que sigues siendo, quizá sólo eras eso, un mirlo que golpeteaba en la noche de mis más tristes sueños... (...)... /

FIN

La descuidada

por Carlos Enrique Saldivar

A una linda jovencita le gustaban mucho las flores. Tenía un vivero repleto de ellas. Flores conocidas, hermosas, otras muy extrañas, de todas las formas y colores. Casi todas las especies del mundo Pero no las cuidaba como debía ser. Eran demasiadas flores. Muchas morían por descuido. A ella no le importaba mucho. Su fortuna era innmensa. Podía reemplazarlas. Hace unos días compró “las flores más maravillosas del mundo”. Ayer fue a verlas y a platicar con ellas. Hoy, la joven amaneció muerta en el vivero. Su piel estaba arrugada y enjuta, totalmente deshidratada. No había una sola gota de sangre en su cuerpo. Torpemente en su momento la muy distraida no se había percatado que “aquellas maravillosas flores” necesitaban agua.

FIN
© Carlos Enrique Saldivar, 2006. Todos los derechos reservados.

EL NIÑO MARIPOSA

por Arturo Crisalde

“Solo quería paz y tranquilidad. Solo deseaba seguridad y amor pero ya no se podía pues mi vida había sido un infierno. Todo cielo prometido de aquí en adelante solo será un purgatorio”

-Mensaje anónimo escrito en la carpeta de un colegio.

De un pequeño y hermoso capullo nació una mariposa, la cual quiso ser humana. La brillante mariposa se convirtió en un niño y el niño solo deseaba paz y tranquilidad en su corazón pues su espíritu de mariposa no conocía ni la maldad ni el rencor, por consiguiente tampoco el sufrimiento. Sin embargo al rozar la esencia de su existencia humana con la de los demás seres llamados a sí mismo “superiores” la belleza se trastocó en fealdad y el pequeño poseedor de un alma de mariposa empezó a sufrir. La vileza de la gente lo engulló de tal manera que en pocos años aprendió a odiar y a maldecir. Se hizo terriblemente cruel para poder lidiar con la maldad que le rodeaba y cada vez que veía por ahí a sus amigos mariposas que no pudieron ser humanos como él, los despreciaba. Incluso los asesinaba. Todo era violencia y consecuente miseria hasta que un día junto a otros compañeros de fechorías, lobos que encontró en la jungla negra llamada por costumbre vida, mató una mariposa.

Le llamó mucho la atención el cadáver de aquel insecto inocente que nunca había lastimado a nadie y al recoger a aquella bella mariposa muerta el niño se dio cuenta que era su madre. Ella había creado el capullo del cual él nació. Él lo supo. El corazón se le partió en innumerables pedazos que al viento se marcharon cual polvo cósmico y el pequeño en aquel instante sólo pudo correr, correr y correr, llorando, desesperado, pidiendo perdón, autoculpándose inútilmente, renegando de ese trágico destino que le enseño a mentir y a detestar. Corrió durante mucho tiempo llegando al fin a una especie de prado donde había abundantes flores e incontables mariposas. ¡Cuantas mariposas había ahí! El niño reconoció su hogar original y con lágrimas en los ojos les rogó a sus familiares que lo perdonaran y lo convirtieran de nuevo en mariposa porque en el lapso de su vida, el haber vivido como ser humano había sido peor que arrastrarse en el infierno. La perfección estuvo siempre ahí, en la naturaleza y en el mundo de la gente solo hubo tenaz imperfección.

Pero él había querido ser humano y no mariposa de modo que ya nunca volvería a su estado inicial. Sin embargo las comprensivas mariposas, orquídeas voladoras, flores de terciopelo, lo perdonaron. Entonces el muchachito se desligó para siempre de todo contacto humano aceptando vivir eternamente entre flores y mariposas, ahí, en el prado paradisiaco, en un mundo espectacular donde los sueños y los buenos deseos eran realizables y el hermetismo y enfrentamientos, innecesarios. El placer era tan común como sentir el aire. ¡Cuanta eufonía! Gozo. Sin sufrimientos. Sin odio, ni reprensiones, solo felicidad. Por siempre, sólo felicidad...


...El niño que fue mariposa aún vive ahí. Todavía no se perdona a sí mismo por todos los pecados que ha cometido. A veces se le puede atisbar en los prados donde abundaban las mariposas, solo si eres puro de corazón pero no conviene acercársele demasiado porque aunque no odia a los seres humano, no los acepta, ni cree en ellos. Seguro huiría de ti. Algo importante: El nunca permitirá que mates a una mariposa. Cada vez que intentes hacer daño a otro ser vivo que no te causa perjuicio piensa en tu madre, en tu familia, piensa en la vida como un don precioso, así sea pequeños animalitos, su vida es valiosa, si son inofensivos debes meditar, debes...

...¡Pero que sandeces digo! ¡Solo hablo estupideces! ¡Estoy hablando con seres humano ni más ni menos! ¡Y es como hablar a la nada! ¡Insensibles!... ¡Este mensaje no sirve de nada pues que estoy hablando con seres humanos! ¡Que necio he sido! ¡De nada sirven estas palabras! ¡Saben que, mejor me callo!... ¡No he dicho nada!...

FIN
Lima, Perú.
© Arturo Crisalde, 1997.
Todos los derechos reservados.